Welcome to Bali
Virginia Sánchez Rivas
Desde hace un tiempo tenía curiosidad por conocer Indonesia, aunque no sabía exactamente cómo centrar el destino. Así que, con guías en mano, foros en el PC y algunos libros sobre cultura indonesia, decidí viajar a la isla de Bali. Contaba con un presupuesto limitado y una amplia curiosidad y motivación por realizar una aproximación a la cultura balinesa y, en la medida de lo posible, conocer su estilo de vida, organización social, danzas, templos, religión, gastronomía etc. Así que, después de dieciséis horas de viaje, llegué al aeropuerto de Ngura Rai ubicado en la ciudad de Depansar.
Mi primer choque cultural, fue cuando atravesaba el túnel portátil que nos guiaba a cientos de turistas desde el avión hasta el interior del aeropuerto. Se sentía un fuerte olor a incienso, calor, humedad, grandes paneles con paisajes de arrozales, flores y en la entrada principal, un monumento de aspecto religioso. Mi primera impresión fue, intuir la relación entre mitología, religión y animismo.
Caminando por los pasillos del aeropuerto, dirección salida, y una vez en ella, me llamó la atención como numerosos hombres, se (me) acercaban a los turistas y, de manera reiterada decían: «Welcome to Bali, ¿Where are you from?, taxi, taxi» a la vez que mostraban una especie de licencia de una posible compañía de transporte oficial y/o regulada.
Cansada y desorientada, aunque con los ojos muy abiertos y con todos mis sentidos dispuestos a captar y sentir las emociones e impresiones que me causaban los primeros minutos en Bali y, aún sin salir del aeropuerto, puede observar a hombres de estatura mediana y pelo oscuro, vestidos con pareo, flores sujetadas entre sus orejas, camisa blanca y un turbante en la cabeza que, ante la llegada de turistas, se lanzaban para ofrecer sus servicio de transporte y alojamientos, como si de una carrera se tratara. Conectada a la red wifi del aeropuerto, pude contactar con el taxista que, aun estando en casa, pude acordar el desplazamiento hasta la ciudad de Ubud. Una vez en el taxi, observé un gran número de vehículos, principalmente motocicletas que circulaban con un código vial muy diferente al que en España se maneja. Observaba escasa señalización, apenas existían pasos de peatones y, en este caso, la prioridad en los adelantamientos. Me sorprendió como la prioridad la tenían los vehículos ante los peatones. Tras una hora de viaje en taxis y una parada en la tienda de una hermana del taxista, para comprar una tarjeta de datos móviles con la finalidad de conseguir acceso a GPS y poder guiarme durante mi estancia en el país, llegué a un hotelito familiar, donde me recibió una señora que con gran amabilidad, me indicó que me quitara los zapatos para poder mostrarme el espacio que durante un tiempo, iba a ser mi casa.
Durante mi estancia en la isla de Bali, pude realizar una aproximación sobre la religión, organización social, danzas, templos, tradiciones y, por supuesto, observar la influencia del turismo en la económica balinesa y en el estilo de vida de la población.
Bali, es la única isla que integra la mayor comunidad hinduista en relación con el resto de Indonesia, donde contrariamente, la mayoría de la población es musulmana. En sus prácticas religiosas, introducen elementos relacionados con el animismo y antiguas tradiciones. Cuenta con creencias y prácticas religiosas propias, sin estar vinculadas a otras religiones. La religión en Bali es una composición entre el hinduismo, el animismo y tradiciones antiguas. Tienen una estructura de ritos y festivos muy estrictos a los que están obligados a cumplir. Dedican una gran parte de su tiempo y salario a ofrendas diarias. Esta práctica, forma parte de un ciclo constante que mantiene el equilibrio según sus creencias. Las ofrendas son extremadamente importantes en la práctica diaria de la religión balinesa. Suelen estar compuestas por flores, comida e incienso y, se otorgan como agradecimiento a los dioses. Las ofrendas, están presentes por toda la isla y durante todo el día.
Los templos son muy significativos y numerosos en Bali. Tan importantes que, las familias con recursos económicos, lo construyen en su propia casa. Es el lugar habilitado para celebrar los rezos, ceremonias y rituales. Tanto los hombres como las mujeres, deben llevar las piernas tapadas hasta los tobillos. Para ello, se requiere vestir con un sarón o pareo. También hay números templos que están habilitados para el turismo. En su entrada, suelen vender esta indumentaria y, en su defecto, las personas responsables del buen funcionamiento del mismo, lo prestan para realizar el recorrido.
Socialmente se organizan en castas y clanes. Existen construcciones en función de la casta. El acceso es restringido para los turistas y demás personas no pertenecientes. Por el contrario, se pudo observar una serie de templos que son comunes para toda la sociedad balinesa. Un ejemplo de ello, es el Templo de los Elefantes, ubicado en la ciudad de Ubud. Los elefantes son animales sagrados, a los que se les atribuye simbolismos muy importantes en el contexto de la cultura hinduista. En este caso, es uno de los templos más importantes que presenta la ciudad. A su vez, sus puertas quedan abiertas al turismo.
En Bali, se siguen dos sistemas de calendario: el calendario occidental y el calendario lunar Saka. Este último es muy importante y respetado. Refleja los días sagrados y de obligado cumplimiento. Muestra recomendaciones para casarse, sembrar, realizar una compra importante, entre otros.
Los meses están compuestos por treinta y cinco días y el año, por cuatrocientos veinte días. Así pues, la fecha del nuevo año varía año a año con respecto a la fecha del calendario occidental.
La danza tiene un significado y simbolismo de gran relevancia en toda su expresividad corporal. Es realizada con distintos movimientos corporales como, la cabeza, las diferentes miradas y fundamentalmente las manos y dedos. Todo un conjunto de pasos rítmicos en la que quedan representadas las historias y leyendas balinesas. La mayoría de las danzas están asociadas con los rituales que practican.
Lamentablemente, con esta experiencia, también he podido descubrir que, como en otras partes del mundo donde ha llegado el turismo, la población se ha visto obligada a “adaptarse” al cambio, transformando su estilo de vida, modificando el empleo y sus horarios, con mayor creación de servicios enfocados para el turismo, como restaurantes, hoteles, hostales, resort, zonas de ocio, centros comerciales. Una alteración del paisaje, que, en las conversaciones que puede tener con las personas balinesas que fui conociendo durante mi recorrido, me indicaban que, antes del turismo, la vida era más tranquila, se vivía mejor y se podía disfrutar más en familia. Aún recuerdo cuando una mañana que viajaba en moto por las aldeas circundantes a Ubud, comenzó a llover, era tan fuerte el chaparrón que me vi obligada a parar. Encontré un pequeño Wuarun (pequeña tienda con artículos de primera necesidad) donde me prepararon un té con mucho azúcar y me ofrecieron un dulce de kiwi. Durante horas y, sentada sobre unas maderas que hacían la función de mesa, conversé con I Gede Aditya y, entre risas, fotos y vídeos que compartía a través de redes sociales, me dijo: “para qué queremos hoteles si nosotros no podemos pagarlos. Bali está bien para los turistas pero no para los balineses».